Ahora soy dueña del cielo.
Un procedimiento sencillo: mudarme a un piso 18
en un barrio de casas bajas.
Ahora el horizonte es mío.
Esta es la ciudad donde vivo:
un mar de casas sin fin.
De noche las luces ondulan
como reflejos en el agua de un río.
Esta es la ciudad donde nazco:
ladrillos tapan nubes
pero por encima se extiende el cielo
mucho más ancho que ella.
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