El lugar parece un salón de baile
o un loft de película americana.
A través de las ventanas veo
el parque donde jugué de niña.
Durante horas
muevo ratones
presiono, al mismo tiempo, dos o tres teclas
no hablo con nadie.
Alguien dejó un caset de Jaime Roos
y es lo único que escucho desde hace 15 días.
Cuando imprimo, aprovecho para leer.
En el almuerzo
hablamos del fin de semana
de lo que nos ocupa
de lo que va a pasar:
nunca nombramos
lo que no tiene nombre.
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